La caída.

Cuando crees que lo sabes todo, y que todo lo que crees que va a pasar es como piensas a veces en realidad, no es así. Haces cosas, que antes pensabas que eran locuras y ahora no, porque ha llegado el momento de dar un pasito mas y hacerlas, dices: " pues venga, con dos cojones" y te tiras al vacío, confiando sin ninguna duda de que, él, estará abajo para recogerte entre sus brazos, pero cuando vas llegando al fondo no ves a nadie, y entonces... te comes el suelo. La vida te da tal lección que te pasas mucho tiempo diciendo: "nadie me lo volverá a hacer", "nadie va a volver a verme caer ante sus narices", " nadie tendrá el privilegio de volver a acercarse a mi de la manera que el lo hizo", "porque me lo habrán echo una vez, pero no dos veces" y sobretodo porque "nadie va a poder conmigo". Y así viendo pasar trenes ante ti, formandote de un orgullo del que algun día, tendrás que prescindir.
Sin embargo, cualquier día, a la hora que menos te esperes, en un sitio cualquiera, "alguien" te volvió a entrar en la mente, sin aludir motivo, de una manera singular. Te pasaste los días como lo hiciste aquella vez, mirando el móvil esperando una sola señal, porque tú no puedes ser la que de la señal, porque eso.. "es de débiles" piensas. Sentías miedo de volver a caerte, pero parecía tan real...
Te ves de nuevo ante el filo de esa enorme caida, y no crees, sabes que él está abajo... pero te das cuenta de que no está cuando sientes de nuevo, esa violenta caida sobre un suelo tan frío como tu propia alma. En ese preciso instante, con el corazón echo pedazos, escalando ese precipicio por el que te tiraste hace poco solo puedes repetir una y otra vez: "nadie me lo volverá a hacer".