¿Te quiero o no te quiero?
Te vi apoyado en ese lugar, desde ese día nuestro lugar. Tras los matorrales observe que estabas impaciente. Impaciente de que llegara yo. No tenía la esperanza de que fueras, pero al verte allí… me sorprendió. Fui paso a paso hasta que mis ojos se encontraron con los tuyos, y entonces solo una mirada cómplice nos unía. Llegué a tu lado y nos miramos. Empecé a hablar, como hago siempre que los nervios se apoderan de mí. Hablaba y hablaba y hablaba y tú mirabas, sonreías, y decías frases de no más de 3 palabras. Entonces como una chispa, me agarraste la mano y me besaste. Me callaste de una manera que nadie lo habría hecho mejor, solo, de momento, tu. Mientras nuestros labios permanecían enlazados, mis piernas temblaban. Tú sonreías y me abrazabas. Mientras tanto me susurrabas al oído: ¿estás temblando? Me causas escalofríos. Contesté. Callados, abrazándonos, mimándonos y queriéndonos como no hacíamos desde hacía tiempo. Tus manos tocaban mi espalda y con el frío que hacía yo actuaba de estufa para ti. Contando los pocos segundos que me quedan para estar contigo, antes de que ingenuos ojos se den cuenta de que algo ocurre, llegaba la hora de decirte adiós, me costaba articular palabra; tú me lo hacías más difícil agarrando mi mano sin dejarme ir, hasta que la dejaste caer muy lentamente, yo despacio fui yéndome por donde vine. Tú allá y yo acá. De camino a mi casa soñaba que al día siguiente volviera a ser igual. Pero a escondidas nada puede ser lo mismo.
1 comentario:
Bravísimo !!
estoy encantado con tus escritos.
tu forma de expresar tus sentimientos me sorprende cada día más !!!
Saludos :) ---> Anónimo 1-2-3
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